Profesores universitarios nicaragüenses despedidos por pensar distinto
Por: Sophia Lobo
Pensar distinto es lo único que hace falta para ser víctima de las violaciones de derechos humanos por parte del régimen nicaragüense, y al ser la universidad la cuna del pensamiento crítico, el Estado nicaragüense ha actuado de forma sistemática ejerciendo acciones que atentan contra de la libertad académica, autonomía universitaria y el derecho a una educación de calidad.
Desde el pasado 18 de abril, Nicaragua vive un turbulento ciclo de protestas en contra del régimen de Daniel Ortega. Lo que comenzó como una manifestación contra las reformas al seguro social, se ha transformado en una crisis de gobernabilidad que busca la salida de Ortega del poder, en donde la comunidad universitaria, conformada por profesores y estudiantes, ha sido uno de los principales protagonistas de las manifestaciones, donde el uso desproporcional de la fuerza, represión e incluso uso de armas de fuego ha sido la regla por parte de los órganos de seguridad del Estado y en oportunidades, por civiles armados (Paraestatales) que actuaron con la aquiescencia del Estado bajo un patrón sistemático de violación de derechos humanos.
La situación es tan crítica que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha realizado diversas investigaciones y ha dictado medidas cautelares para proteger a miembros de la comunidad universitaria. Asimismo, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas accedió a discutir por primera vez la crisis que afecta a este país desde abril y que según el más reciente informe de la Asociación Nicaragüense pro Derechos Humanos (ANPDH) ha dejado ya 512 muertos.
Los estudiantes universitarios han sido la cara de las manifestaciones pacíficas en contra del régimen de Ortega, y la única respuesta que han obtenido por parte del Estado ha sido represión, censura y muerte. Como consecuencia, lo recintos universitarios, como la Universidad Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua), la Universidad Nacional Agraria (UNAN), la Universidad Central Americana (UCA) y la UPOLI se convirtieron en centros de movilización estudiantil y fueron objeto de ataques de la Policía y terceros armados progubernamentales, violando así la autonomía de las universidades.
“Íbamos a clases con normalidad pero iban y venían noticias de los ataques a las protestas en todo el país. Como estudiantes de medicina formamos pequeñas brigadas médicas en todo el país para ir a ayudar a los heridos en las manifestaciones. Luego, la presidenta del recinto llamó a su brigada de ataque y alrededor de 100 -estudiantes- con morteros, piedras, machetes y fajas enrolladas en las manos a decirnos que desalojáramos el recinto sino nos iban a agredir físicamente”, afirmó un estudiante de medicina de la UNAM-Managua que prefirió mantenerse bajo anonimato por temor a recibir represalias como motivo de su declaración.
Posteriormente, los estudiantes de medicina fueron desalojados del recinto y se unieron a las protestas para exigir la liberación de los presos de conciencia, el restablecimiento de la autonomía universitaria y exigir la renuncia de todos los dirigentes de la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN) por no representar al estudiantado en general, quienes cerraron la universidad para presuntamente protegerla por miedo a que “quedara en mal estado o en ruinas”. En la protesta,fueron atacados y hubo múltiples heridos.
Por su parte, los profesores universitarios han apoyado a los estudiantes indirecta o directamente en las protestas, a lo que recibieron como respuesta amenazas de despido, y en muchos casos,efectivamente los despidieron.
Tal es el caso del profesor de psicología de la Universidad Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua), Luis Morales, quien fue despedido el 18 de agosto de 2018 por haber apoyado a los estudiantes en las movilizaciones dentro de la universidad y por haber asistido a varias marchas en contra al régimen de Ortega.
“A mi cargo tenia casi 200 estudiantes que vivían dentro de la universidad. Muchos de ellos apoyaron la toma de la universidad y las marchas, y en apoyo a ellos me integré y las medidas que tomaron de desplazarme completamente de la universidad fue en respuesta a eso, me amenazaron y me llamaron traidor, y según me dijeron que estaba en una lista de captura.”, alega el profesor Morales.
Asimismo, el profesor de psicología afirma que los despidos masivos no se han detenido. En julio fueron 13 profesores despedidos, en agosto a 25, y siguen ocurriendo paulatinamente.
“El gobierno después de haber atacado a la Universidad Centroamericana, Upoli, Agraria, por ultimo fue la UNAM. En la última entraron prácticamente con el fin de masacrar a los estudiantes. Eso fue con la venia de las autoridades universitarias, porque la ley de autonomía no permite que la policía entren al recinto universitario, y los que entraron fueron paramilitares y no policías. Destruyeron el recinto y culparon a los universitarios para expulsarlos y echarle la culpa al movimiento que surgió el 19 de abril”, declara el profesor Morales.
Aula Abierta condena las graves violaciones de derechos humanos por parte del Estado nicaragüense y hacemos un llamado enérgico a las autoridades nicaragüenses a garantizar la libertad académica, la autonomía universitaria, el derecho a una educación de calidad, así como el derecho a la manifestación pacífica, la libertad de expresión y la integridad física, psíquica y moral, consagrados en los distintos instrumentos internacionales en materia de protección de derechos humanos.